Todo comenzó en domingo...
El domingo 14 de abril de este 2024, en que Gaby[1] llegó al aeropuerto de Guadalajara desde Monterrey, y de ahí volamos juntos a Acapulco. A las 15:00 Angélica[2] y Chelilú[3] , nos recibieron, entusiastas, y nos bridaron el primer recorrido, un recorrido doloroso por los kilómetros de daños que aún son visibles en los hoteles y comercios de la costera. Imágenes que entristecen, pero no tanto como los relatos de la tragedia y el de las pérdidas humanas, tal como se vivió en tiempo real.
[1] Gabriela E. Rodríguez Tristán, directora del Área de Investigación e Innovación Educativa
[2] Angélica Ramos, rscj, equipo coordinador de Iyolosiwa Ayutla.
[3] Graciela Guadalupe Buenfil, rscj, equipo coordinador de Iyolosiwa Ayutla.
La llegada a Iyolowisa Ayutla fue un momento festivo. Fue muy grato encontrarse con esa casa de dos pisos, fresca y luminosa, cobijada por las imágenes de Filipina Duchesne, el pensamiento de Paulo Freire y la sombra del espléndido árbol de carambolo que se levanta al centro de su patio interior, cargado de frutos.
Actualmente, esta casa alberga tanto los espacios de atención a la población, como a la comunidad religiosa. En mi caso[1], era la primera visita. Además de Angélica y Chelilú, forman parte del equipo tres colaboradoras entrañables: Alejandra García, Esmeralda Salgado y Lorena Encarnación.
[1] Gonzalo Zavala Alardín, coordinador del Área de Investigación e Innovación Educativa.
La intención de visitar el proyecto surgió unos meses antes, siempre con la intención de explorar posibilidades de colaboración entre el AIIE e Iyolosiwa Ayutla. Fueron dos los temas iniciales de interés: 1) la posible renovación del proyecto “La palabra generadora”, y, 2) explorar las posibilidades de apoyo a los docentes de escuelas públicas con relación a la Nueva Escuela Mexicana.
La agenda fue ágil y productiva. Cada día viajamos a una comunidad distinta para ver el trabajo con docentes y estudiantes en una de las escuelas primarias en las que se está implementando el proyecto de “La Palabra Generadora” (LPG). El lunes 15 fue de organización y preparativos. El martes 16 visitamos la comunidad de Cruz Grande, el miércoles 17 la de Copala, el jueves 18 trabajamos en la casa de Ayutla y el viernes 19, en la comunidad de Juchitán. Excepto el caso de Ayutla, en la que la población objetivo es de telesecundarias (zona escolar 89), en los demás casos se trataba del nivel de educación primaria (zona escolar 19).
El programa en cada locación fue similar, lo que nos permitió familiarizarnos más con la metodología de LPG y con la mecánica de estas actividades en particular: Un grupo promedio de 14 docentes que están aprendiendo la metodología LPG y la aplican en sus propias aulas (provenientes de comunidades cercanas a la escuela anfitriona), tenía oportunidad de trabajar algún aspecto del proceso con estudiantes que no son suyos, sino del docente anfitrión. Podemos imaginar la riqueza de esa experiencia cruzada.
Después de las presentaciones, la primera actividad era una jubilosa dinámica de niñas, niños y docentes bailando con sus paliacates al centro del círculo y al ritmo de una chilena. Posteriormente, Chelilú y Angélica iban proponiendo actividades o modelando directamente algunas técnicas; primero, todas las correspondientes al aprendizaje de la lectoescritura, después, algunas relativas al proceso de aprendizaje de las matemáticas.
Al término de esta primera parte de la mañana, cuando ya arreciaba el calor, siempre tenía lugar un abundante desayuno con el que la escuela nos prodigaba a los docentes, al equipo de LPG y a nosotros, generalmente a la sombra de un árbol o una palapa. En varias de las escuelas se hizo notar la mejora en instalaciones, derivada del programa gubernamental “La escuela es nuestra”, las más de las veces visibles en sus muros resanados y pintados de vivos colores, canchas techadas y áreas de comida renovadas.
La segunda parte del programa consistía en un ejercicio colaborativo de análisis y diálogo sobre la experiencia vivida, enfocada sobre todo en identificar dudas y señalar posibles áreas de mejora. En ella también se recogía información sobre el progreso de las niñas y niños de cada profesor. Tengamos presente que el programa LPG es un programa que se desarrolla a lo largo de un ciclo escolar, así que, para el mes de abril, eran palpables ya los avances en cada escuela.
En términos generales, los docentes manifestaron ver progresos visibles en al menos las dos terceras partes de los estudiantes que al inicio no sabían todavía leer y escribir. De sus palabras se perciben al menos tres fortalezas de LPG: la claridad de la metodología, la riqueza de los materiales y la cercanía del acompañamiento.
Cabe destacar que esta visita nos dio oportunidad de charlar brevemente con los supervisores SEP de la zona, que también se encontraban presentes apoyando el trabajo, y de quienes pudimos escuchar directamente su aprecio por el apoyo que están recibiendo por parte de LPG de Iyolosiwa Ayutla. Es clara su preocupación por el importante número de estudiantes que aún no han aprendido a leer ni escribir, estando ya en primaria alta, o incluso en el nivel de secundaria (especialmente en telesecundarias). En tales circunstancias, valoran LPG como una propuesta práctica y efectiva.
Al final de cada jornada, Iyolosiwa Ayutla abrió un espacio para que el AIIE pudiera dialogar con los docentes al respecto de sus percepciones y dudas sobre la Nueva Escuela Mexicana. Ello permitió al AIIE tener un acercamiento a la forma en que dicha reforma se está viviendo en comunidades rurales apartadas de nuestro territorio, y también del tipo de ayudas que se están necesitando para su implementación. Asimismo, fue una oportunidad para que AIIE incentivara a los docentes acerca de su capacidad para transformar su práctica, y para reconocer aquellos aspectos de dicha reforma que están alineados con las tendencias educativas mundiales de largo plazo.
La visita a las comunidades fue una oportunidad de acercarnos a las condiciones de desigualdad y el entorno de violencia que se vive en la Costa Chica de Guerrero, pero también del calor de su gente, la belleza de su paisaje y la riqueza de su cultura.
La última actividad fue una experiencia tremendamente rica y humana: fue una mesa de análisis en la que participaron antiguos y leales colaboradores de Iyolosiwa Ayutla. En ella, pudimos explorar, en un ambiente de libertad y creatividad, las fortalezas históricas de LPG y también sus áreas actuales de oportunidad. En esta mesa participaron desde luego Chelilú y Angélica, pero también Aracely Madrigal, Verónica Castro y Tania Olea[1].
[1] Aracely fue durante años asesora del proyecto y hoy colaboradora voluntaria. Verónica y Tania son también colaboradoras laicas.
La vista dorada y azul de las playas de Marquelia fue el escenario de uno de los últimos momentos de análisis y reflexión con Chelilú y Angélica, momento en el que emergió la convicción en que quizá la línea más prometedora de colaboración será trabajar en el desarrollo de una versión renovada de LPG y documentar el modelo para que pueda servir de referente, no solo para Ayutla, sino para nuevos espacios de servicio en comunidades que lo necesitan. ¡Será, sin duda, una experiencia grata y productiva!
Sobra decir, que Gaby y yo quedamos muy complacidos y enriquecidos por todos esos otros momentos “trasbambalinas” de diálogo y de compañerismo, desayunando, cenando, haciendo pequeños paseos y recordando gratas experiencias.
¡Gracias a tan extraordinarias anfitrionas y un fraternal saludo a Belén, sin cuya ayuda la casa sería difícil de cuidar, y a su pequeño Emmanuel! Y ya entrando en saludos y buenos recuerdos, otro saludo también para las dos pequeñas y fieles acompañantes de Angélica y Chelilú: Kashca y Carambola!
Gaby y Gonzalo
Área de Investigación e Innovación Educativa